Planta santa
Planta santa gracias por tocar las puertas de mi corazón, gracias por permitirme sentirte, experimentarte y abrirme a la energía de la conexión y del amor puro. Puedo decir con contundencia que cambiaste mi vida. Desde pequeña recibí una educación muy estricta y direccionada a que era necesario prepararme para enfrentarme a una sociedad, una sociedad que premia la sumisión, el perfeccionismo, la autoexigencia y que te hace sentir que solo eres valioso por lo que haces o tienes y no por lo que eres.
Bajo este modelo me convertí en estudiante, profesional, mamá, esposa, “buena hija”, hermana, amiga todos los títulos formados y ejecutados bajo ese parámetro. Hablar de la planta santa en mi casa, colegio, amigos era juzgamiento automático, las frases que escuchaba de mis educadores eran “cuidado fuma mariguana porque se vuelve un bueno para nada” o “uno siempre empieza por la mariguana y así continua hasta que se convierte en un habitante de la calle” y con estos paradigmas crecí, sin nunca darle la oportunidad a la planta; hasta que el destino nos llevo a mi familia y a mi a vivir a Canadá. Un país que no solo me abrió sus puertas, sino que nos cambió para siempre.
Viviendo en Canadá, el gobierno tomó la decisión de legalizar el consumo recreacional del cannabis y empezamos a tener acceso a información científica y a leer en los periódicos los beneficios que puede traer un consumo consciente, informado y maduro. Mi esposo fue diagnosticado con un pequeño tumor en la glándula pituitaria y esto le generaba muchos síntomas complejos, lo que hizo que empezara a tomar muchos medicamentos químicos y toda esa medicina lo estaba poniendo peor y en ese preciso momento fue donde mi esposo y yo tomamos la decisión de darle la oportunidad a la planta santa. Tengo que confesarles que teníamos miedo, los dos éramos profesionales que trabajamos en el sistema financiero canadiense donde la imagen lo es todo; sin embargo, sentimos el llamado de nuestro corazón para sanar. Mi esposo y yo siempre hemos sido muy estudiosos y empezamos a aprender del mágico mundo del cannabis y empezamos a notar como la planta nos ayudaba a abrir nuestros corazones y conectarnos como pareja desde otro lugar. Puedo afirmar con verdadera convicción que la planta santa nos permitió empezar nuestra sanación.
Una vez regresamos a Colombia el choque cultural fue un poco fuerte porque empecé a notar las precondiciones mentales que se tienen con la planta, el mal uso y el abuso, y la falta de educación que se tiene. Mi conexión y relación con la planta es tan espiritual y transformadora; que ella volvió y toco las mis puertas a través de Cannagame. Cuando conocí el juego pude comprender que Cannagame puede transformar vidas y al mismo tiempo generar diversión, conexión, sacarte de la zona de confort, y tener toda una experiencia alrededor del mismo. Mi sueño es que el juego toque miles de corazones y que se permita volver a poner a la planta en su lugar de altar que se merece.